Dos padrillos para José
Con mi amigo Gustavo hacíamos un buen equipo en lo que a cacería se refiere.
El tenia cuatro punteros: CORTINA (un cruzadito de boxer vaya a saber con qué) que había caído en sus manos en uno de esos cambalaches que suelen hacer los perreros, ROÑA (un perro negro bastante fuerte y ligero, pero de raza indefinida) que vino de cachorro desde Río Colorado, EL INDIO (de madre galga rusa con dogo y padre galgo ruso) un perro de gran porte y físico de atleta, al que conocí apenas nació y que ya casi era mio, pero por esas cosas no fue, y FUSIL (galgo con dogo) que tenía bien ganado su nombre ya que jabalí que alcanzaba podía decirse que era jabalí muerto. Los cuatro fueron muchas veces víctima de la burla de los demás cazadores de Acha por ser una jauría tan indefinida, pero se fueron ganando un merecido respeto.
Esto llevó a que su dueño comenzara a alardear "yo no tengo 4 perros, yo tengo 4 máquinas de cazar", solía decir burlonamente Gustavo y debo reconocer que algo de razón tenía. Los cuatro muy parejo venteaban desde la caja de una camioneta, seguían un rastro en el monte o se colgaban de un padrillo sin rodeos y cualquiera era capaz de frenar un chancho.
Pero faltaba la fuerza para sujetarlo si era grande y era entonces donde entraban al juego mis 3 blancos RANQUEL, MORGAN y FURTIVO, como dije hacíamos buen equipo.
Y para colmo habíamos agarrado una racha de no creer, siempre que salíamos volvíamos con un padrillo.
Esto genero polémicas en el resto de nuestros amigos cazadores, ya que nosotros nos jactábamos de que nuestra jauría siempre corría padrillos.
Abundaban los desafíos, pero al parecer el equipo formado por las cuatro máquinas y mis tres dogos era temido, ya que apesar de que nosotros los aceptábamos nunca nadie lo concretó.
Cierto día José, un hombre que habia venido de Ing. Luiggi, donde practicaba la montería y ya había salido a cazar en Acha con varios cazadores y también había vuelto sin cazar nada (por lo que todos se defendían diciendo que era una especie de amuleto de mala suerte) nos pidió salir con nosotros y aceptamos gustosos.
Teníamos permiso en un campo con fama de contar con gran cantidad de jabalies y esa noche fuimos. Llegamos a la estancia, que hacia tiempo estaba abandonada, prendimos fuego y tomamos unos amargos antes de empezar a recorrer.
Y nos largamos a caminar en una noche muy fría, enseguida nos dimos cuenta que la fama del campo era justificada, había pasaderos por donde miráramos, José comentó entonces "Vamos a ver que tal son estos cuzcos", Gustavo y yo nos miramos y cruzamos una sonrisa irónica.
CORTINA hizo una carrera, toreó dos veces y allá fueron todos los demás, al cabo de media hora habían regresado todos y nada había pasado, primera vez en mucho tiempo que cerrábamos una carrera. A pesar de no creer en esas cosas, recuerdo que pensé "La pucha, éste es mufa en serio, se nos arruinó la noche".
Cruzamos una laguna que nos impedía el paso hacia el rastrojo de girasol, el agua estaba helada y nos llegaba a las rodillas. Mojado, con frío y con aquel pensamiento pesimista, yo no tenia nada de ganas de seguir. Pensaba en las cargadas de los amigos, cuando volviéramos sin nada. Y nosotros, que nos habíamos auto-proclamado LOS PADRILLEROS, tendríamos que cerrar la boca. Era por José, yo estaba convencido, hasta le lancé una mirada de bronca, pobre, ¿que culpa tenía?.
Bordeamos un ojo de agua y de repente estábamos en el rastrojo. Enseguida llegó la segunda carrera, mis perros no fueron, estaban estáticos junto a mi, atentos a la menor señal de pelea. Comenzaron los toridos y aquel ruido conocidísimo. "Chu-chu" animé a los perros y corrí tras ellos mientras exclamaba, "es un padrillo, José, es un padrillo". A medida que corría escuchaba como el chancho se iba llevando cada vez más lejos a las cuatro máquinas que no le aflojaban nada en la pelea y de repente el ruido se plantó en un lugar, de seguro habían llegado MORGAN y FURTIVO.
Hasta acá yo iba punteando en la carrera, en ese momento, casi podría asegurar, conociéndolo, que mordió RANQUEL (el de la nariz rosa, se acuerdan?) del hocico, por que el chancho comenzó a gritar, un efecto que mi Ranquel sabía provocar muy bien.
"Es una chancha" grito José y me pasó como si yo fuera caminando, me hizo gracia y a punto estuve de decirle "no José, es mi perro RANQUEL" estaba seguro de que no era chancha, de hecho se lo hubiera dicho de no tener que cruzar aquel alambrado que me retrasó aún más.
Al llegar a la pelea me encontré con José montado sobre el padrillo, el hombre que no es muy alto a gatas si pisaba el suelo, pero se tomó el tiempo para decirme "Mira, Juan que chanchaza cazamos" y terminó con el asunto, entonces contesté "Fijate bien que pedazo de chancha" y me largué a reir, mientras alumbraba al chancho.
Cuando se dio cuenta, no se podía ni él, con tanta alegría "Es un terrible padrillo, Juancho, pero gritaba, che".
Después preguntó "y cuál es cuál?" señalando a los dogos, que eran un solo ovillo mordiendo de la cabeza, MORGAN es el que está patas para arriba prendido de la quijada, FURTIVO del aro del hocico y RANQUEL el que los hace gritar, es el que está mordiendo arriba del hocico. José, sin mirarme dijo "Que bárbaro, che" y ya me puse a fanfarronear, pero me interrumpió Gustavo que venía diciendo, "si, si todo muy lindo pero si no fuera por mis cuatro maquinitas".
Llevamos el chancho hasta el camino, caminamos unos 300 mts. y otra carrera, éste no gritaba, el terreno se puso muy barroso, una de mis zapatillas se pegó al barro y de repente me encontré descalzo, cuando pude seguir, ya Gustavo había matado en el medio de un charco y fanfarroneaba otra vez, ante la felicidad de José que parecía querer besar a nuestros perros.
El día nos encontró con los dos grandes chanchos en la estancia y curando a los perros muy cerca del fuego porque estábamos mojados y medio engarrotados.
Las cuatro máquinas y Furtivo subieron al baúl de mi Peugeot, pusimos el asiento trasero en el portaequipaje del techo y en su lugar los dos colmilludos, sobre ellos Ranquel y Morgan echaditos y cansados. En los asientos delanteros, festejando con alegría, Gustavo, José y yo. Y así, alocadamente partimos para Acha... con los dos padrillos para José.
Juan de la Cruz
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home