Weblog del Dogo Argentino

El primer weblog sobre el Dogo Argentino

4.11.04

Una muy triste noticia

El día martes 2 de Noviembre de 2004 llegó al foro la triste noticia de que José Luis Nores Martínez (Pepe), el último de los Nores Martínez, ha fallecido.

A continuación publico el mensaje de su hijo, José Luis Nores Arrambide. Y luego de eso, a modo de homenaje, un mail enviado el 26 de Agosto de 2003, escrito por ambos, padre e hijo, con el asunto “Mis Recuerdos”, que guardo como una de las “joyitas” que el foro nos ha brindado en estos años.

Mi más sentido pésame a la familia.

Flavia
____________________________________________________________

Asunto: [dogo_argentino] José Luis Nores Martínez
Fecha: Martes, 2 de Noviembre, 2004 17:22:58 (-0300)
Autor: José Luis Nores Arrambide

Queridos amigos dogueros:

Ya con un poco de calma en mi corazón, quería comentarles que mi padre ha cerrado su círculo de vida: Nació en Santa Isabel, y allí descansan sus cenizas. Tal como él quería está en la capilla de la Quinta, al lado de dos de sus hermanos, Pancho y Enrique.

La despedida de quienes lo quisieron, lo respetaron o lo admiraron fue realmente de lujo. Ya sé que, como hijo, como dirían los abogados "me caben las generales de la ley", o sea, no se me puede pedir que sea ecuánime y objetivo en mis comentarios. Pero así fue.

A mi madre y a nosotros sus hijos, nos reconfortó la presencia de tantos amigos y tantos familiares, contándonos anécdotas acerca de él, realizando los mil y un comentarios esperables cuando se va alguien que, de alguna manera, era "el chivo de la majada", la cabeza de la familia ampliada. A todos ellos, muchas pero muchas gracias.

Hemos recibido también el saludo electrónico de varios integrantes del foro. También a ellos muchas pero muchas gracias, en nombre mío, de mis hermanas y de mi madre.

Un saludo a todos:



José Luis Nores Arrambide

____________________________________________________________

Asunto: [dogo_argentino] Mis recuerdos
Enviado el: martes, 26 de agosto de 2003 6:51
Autor: José Luis Nores Arrambide


Estimados amigos del foro:

Realmente estoy asombrado de la increíble facilidad para sentirse ofendido de algunos dogueros, y de su notable rapidez para contestar con agresividad y furia lo que -evidentemente- han interpretado como un personal ataque a su integridad como personas, como criadores, como dogueros, como... y no una simple diferencia de puntos de vista. Estoy asombrado, y entristecido, pues tantas peleas, rencillas, agresiones e insultos no hacen más que dividir y desacreditar a los dogueros, y, por directa relación, al dogo argentino.

Tal cual lo supuso Fernando Bertoloni, un uruguayo cazador al que únicamente conozco por aportar mensajes al foro positivos, interesantes y amenos, mi padre y yo seguimos con atención cada una de las cuestiones que se van planteando. Borramos tras una somera leída todas las agresiones y guardamos lo que es realmente valioso.

Más aún, voy armando un pequeño archivo en el que he incorporado los relatos de cacerías de muchos de los foristas, los comentarios técnicos de gente sumamente experta en cuestiones veterinarias, copias de artículos de Agustín, Toño o Passet Lastra, por nombrar algunos, que no teníamos, y otros temas que realmente me han interesado mucho.

Este tema si el dogo fue creado como cazador o como perro de pela ya ha sido tratado y discutido largamente hace más o menos un año y medio en este foro, sin mal no recuerdo, sin que los defensores de cada una de las posturas llegaran a una conclusión en común. Y vemos que se sigue el mismo camino. Por lo tanto, vamos a contar una vez, sin entrar en polémicas, algo de lo que hemos vivido, lo que hemos presenciado, y que creemos puede ser interesante compartir al foro.

En primer lugar, según me dicta mi padre, él recuerda perfectamente lo que siempre se dijo que fue el hecho que dio el puntapié inicial a la creación del dogo: Estaban el abuelo Antonio con Agustín y Toño en su casa de Junín 34, cuando deciden ir en el auto que estaba en la "cochera" que es precisamente el terreno donde José Luis (Pepe) edificó su casa y vive actualmente, Independencia 427. Ambos terrenos se conectaban con una puerta, hoy clausurada por cierto.

Cuando estaban subiendo, el perro de pelea que tenían en la cochera, regalo posiblemente de Oscar o Rodolfo Martínez a sus sobrinos, por alguna razón sólo por él conocida se prendió con toda la furia al estribo metálico del auto, y no hubo forma de hacerlo largar.

Volvieron a la casa, tomaron unos mates, y una media hora después el perro aflojó y pudieron irse. Por cierto, comentaron el hecho, y sabiéndolos tan amantes de los perros, el abuelo Antonio les tira la idea -o desafío- a que en base de un animal tan inútil y necio como valiente, hicieran algo útil.

Yo, personalmente, tenía la idea de que este hecho había ocurridos en Santa Isabel, pero mi viejo asegura que fue en la "cochera", desde donde estoy escribiendo -con él a mi lado- este mail.

Toño y Agustín, poco más que dos adolescentes, se entusiasmaron con la idea, se pusieron de acuerdo, y juntos, se largaron a trabajar. Eran dos hermanos muy cercanos en edad, muy compañeros, muy parecidos en sus gustos y aficiones. Y como muestra basta un botón: ambos fanáticos cazadores, Toño experto en Jiu Jitsu, Agustín campeón universitario de boxeo

Entre ambos imaginaron al dogo directamente como animal cazador, y definieron cómo debía ser. Entre ambos, repito, dice mi padre. Blanco (por no haber ningún animal de pelo de ese color en Argentina), de patas largas, pecho profundo, venteador, pelo corto, etc... Estas características son parte de lo que en el foro se ha dado en llamar "la historia oficial", por lo que no abundaré en datos...

En base a estas características, definidas de común acuerdo, Toño "dibuja" al dogo, lo plantea sobre un papel, y se inicia ese fantástico trabajo genético que todos conocemos y amamos.

Otro comentario: por esas casualidades de la vida, mi padre se enamora y casa con Cristina, hija del compañero de cacerías de don Antonio: el ingeniero Miguel Arrambide. (Me contaba Agustín años después que a él le daba mucha rabia que Arrambide tiraba mejor que su papá... ). Y Miguel, también abuelo mío como es obvio, es quien les trae de Francia los Pointer que intervinieron en la generación del dogo. Esta parte la conozco por versión directa de mis dos familias, paterna y materna.

Por lo tanto, me resulta muy difícil suponer que Toño y Agustín pensaron primero el dogo como animal de pela. ¿Para qué querrían el color blanco, el olfato, las patas largas, el pelo corto, etc., si era para peleas?

Y ellos estaban metidos en el tema peleas, pues sus tíos directos -con los que tenían una íntima relación- criaban perros con ese fin. Es que era una Córdoba, una época, en que las riñas de gallos y las peleas de perro eran actividades normales... Les recuerdo que en Buenos Aires se hacían corridas de toros también, por lo que no pretendamos juzgar con criterios modernos las costumbres de 80 años atrás.

Pero imaginaron al dogo, repito, con el olfato del pointer, las patas largas del danés, la velocidad del Irish, el color blanco del mastín... todos, todos, elementos no sólo inútiles sino negativos para un perro de pelea. (Y Toño y Agustín sabían de peleas...) Pero también absolutamente útiles para las cacerías en las regiones semiáridas de Córdoba, San Luis o La Pampa, que eran las que más frecuentaban los dos hermanos de mi viejo.

Por otro lado, Toño y Agustín eran -como dirían los mejicanos- "muy machotes" y no le esquivaban el bulto a ningún desafío que pudiera poner en duda su valentía, su hombría, su valor. O la del dogo. Si alguien les mojaba la oreja, ¡¡allá iban!! y hay mil y una anécdotas familiares al respecto.

Por lo tanto, cuando el dogo ya estaba formado y definido, si algún desafío era lo bastante fuerte y ofensivo, Toño no lo dejaba pasar. O a las trompadas, o con los perros. Pero nunca, en toda su vida, se achicó, arrugó. Y Agustín tampoco. Por lo tanto, sería infantil suponer que nunca hicieron pelear un dogo contra otro perro.

Pero también será infantil suponer por eso que crearon al dogo para la pelea. O para la cacería y la pelea a la vez, pues ambos fines son excluyentes entre sí.

Por otro lado, recuerdo claramente que en los años 60/70 las peleas de perros tuvieron bastante auge en Córdoba. Y se utilizaban dogos en la mayoría de los casos, que después fueron mestizados con Bull Terriers, Bull dogs, etc... buscando eliminar esas características que hacen al dogo bueno para la cacería y no el adecuado para las peleas.

Un día, estaba Agustín de visita durmiendo en "la cochera", o sea, en mi casa paterna de calle Independencia, y vinieron los hermanos Casanova con dos espléndidos dogos: el Jaguar y otro cuyo nombre no recuerdo. El Jaguar era en aquellos tiempos el rey de las peleas: no había perro que lo venciera, y los Casanova, hombres muy discutidos en muchos ámbitos, hacían buen dinero con él. Y estaban muy orgullosos de su crédito.

Se los presentan a Agustín, atados cada uno con una correa corta, y ambos perros se querían comer mutuamente, en pleno centro de Córdoba. El espectáculo fue lamentable, pero los Casanova ni se dieron cuenta. Estaban felices.

Y nos explicaron a mi tío, a mi viejo y a mí, cómo el Jaguar masticaba a sus rivales y los destrozaba, sin darse cuenta de la rabia, el fastidio y la amargura del pobre Agustín. Que a la vuelta publicó ese artículo donde afirmaba que en Córdoba se estaba tergiversando, deformando al dogo, y que en cambio, en Buenos Aires, los criadores lo fomentaban adecuadamente... por que no hacían las peleas.

Un tercer comentario: yo he vivido en lo de Agustín en Esquel varios meses. Y todas las tardes, salvo los domingos, salíamos a caballo con la jauría de dogos a correr las liebres del campo militar cercano, para que los perros mantuvieran su estado físico. Íbamos con unos 20 o 25 dogos, más una Irish Wolf Hound, un galgo inglés, y -a veces- los pequeñísimos Italian Grey Hound, el Píccolo y la Bambina, que eran los perritos falderos de Leda y Agustín.

Tras unas dos horas de cabalgata y corridas de liebres (con suerte los perros agarraban una por semana, pues las sobrevivientes ya estaban muy muy cancheras), volvíamos al "Nico de Cóndores", con todos los perros cansados, en paz, sin un gruñido, ni un malhumor entre esos dogos, valientes hasta la muerte, espléndidos cazadores... en jauría. Obviamente, ninguno de esos animales había jamás participado en una riña de perros...

Con esto terminamos, con la esperanza de haber aportado algo útil al foro, algo útil a tanta gente valiosa que defiende, difunde y cría al dogo argentino, por lo que siempre les estaremos agradecidos.

Y, parafraseando a Nuestro Señor Jesucristo, "el que quiera oír, que oiga". Y que cada uno saque sus propias conclusiones. Un abrazo a cada uno de los dogueros:

José Luis Nores Arrambide José Luis Nores Martínez